Pelléas et Mélisande Ópera en cinco actos de Claude Debussy

La gran ópera del compositor galo en magnífica producción desde Essen, con un fantástico elenco artístico.

 Pelléas et Mélisande, ópera en cinco actos con música de Claude Debussy (1862-1918) y libreto en francés del mismo compositor y Maurice Maeterlinck, sobre una pieza teatral de este último. Tuvo su estreno el 30 de abril de 1902 en la Opéra-Comique de París, bajo la dirección de André Messager, a quien está dedicada la obra. El papel de Mélisande recayó en la famosa soprano Mary Carden. El éxito fue inequívoco, aunque de ninguna manera sensacional. La obra, de difícil representación, conquistó lentamente los escenarios del mundo. Resulta significativo el hecho de que muchos compositores de la época pusieran música a textos de Maeterlinck, incluso Fauré y Schönberg compusieron también obras tituladas Pelléas et Mélisande. Debussy conoció el drama de Maeterlinck, Pelléas et Mélisande, en 1892 y en seguida quiso ponerle música. Se puso en contacto con el poeta, que le dio su autorización. Debussy respetó el texto en medida mucho mayor de lo que es usual en la composición de óperas, pero no pudo evitar la exclusión de algunas escenas en razón de la extensión de la obra teatral. Esto y una cuestión personal –el papel protagonista femenino había sido pensado al principio para la esposa de Maeterlinck– separaron a los dos hombres, que llegaron a una ruptura violenta y total. Debussy trabajó en la ópera durante diez años y con una entrega absoluta. Entre tanto, el poeta y el compositor se habían reconciliado, conscientes de haber dado al teatro musical una obra única.    El libreto de la ópera está lejos de los libretos usuales de la época, especialmente por estar firmado por Maeterlinck, uno de los más grandes representantes del simbolismo, ese estilo posromántico, ensoñador, emparentado con el impresionismo pictórico y musical, común a Rilke, Verhaeren y Verlaine, cuya mejor época fue el período que va desde finales de siglo hasta la Primera Guerra Mundial. Los franceses hablaron a menudo de décadence, un concepto que no se corresponde del todo con el término alemán dekadenz, pues su sentido es mucho menos negativo. Puede ponerse en duda que un poema como este pueda servir de base a una ópera, pero a tenor del resultado la respuesta sería un no rotundo.
 
 Debussy hizo posible lo aparentemente imposible: a partir de este libreto ajeno a la realidad cotidiana, totalmente alejado de todos los estilos de la música dramática, creó una maravillosa obra musical. Para ello solo podía encontrar un estilo musical igualmente ensoñador y trascendental, que en última instancia se remonta al Tristán e Isolda de Wagner, pero que en realidad representa algo completamente nuevo. Aquí la palabra y la música se compenetran hasta lo más profundo. La música nostálgica y melancólica de Debussy, sus armonías ensoñadoras, sus sonidos mágicos, que parecen venir de un mundo diferente, fueron el complemento ideal de un poema en el que las palabras solo dicen la mitad de lo que contienen. Aquí Debussy es completamente él mismo y completamente impresionista. Por medio de un recitativo melódico único soluciona el eterno problema operístico de la preponderancia de la poesía o de la música. El hecho de que ese recitativo pueda tener un efecto ligeramente monótono si no se le da una interpretación de alto nivel, no dice nada contra él. Con los interludios entre los diferentes cuadros, Debussy crea verdaderas obras maestras sinfónicas, cada una de las cuales refleja la situación anímica de los personajes.

Sinopsis:
Pelléas et Mélisande, gran obra escénica de Claude Debussy, en producción del Aalto-Musiktheater Essen, con Jacques Imbrailo, Michaela Selinger, Vincent Le Texier, Doris Soffel y la Filarmónica de Essen, bajo la dirección de Stefan Soltesz.